Soy una viola. Un poco como un violín, dicen algunos, pero completamente diferente. Soy más grande y puedo tocar notas más graves, sueno un poco más ronca... y más carrasposa. Suelo pintar una sombra oscura sobre el violín cuando tocamos juntos. Lo cual ocurre a menudo.
Quienquiera que me construyó tuvo que aprender mucho. Y Daniel, que me interpreta profesionalmente, también tuvo que aprender mucho, ... y practicar mucho. No puedo evitarlo, soy un instrumento muy exigente, pero sólo porque la gente es exigente. Y Daniel también tuvo que ser muy exigente. Al fin y al cabo, quería convertirse en músico profesional.
Daniel empezó a tocar en España, su país de origen. Pero allí le dijeron que «si quería llegar a ser alguien en el mundo de la música», tenía que ir a Alemania. Precisamente porque Alemania es un lugar especialmente exigente (al menos en lo que se refiere a la música clásica). Y así fue.
En algún momento, yo me uní a él, junto con una segunda viola; siempre tenemos que ser dos por si acaso algo va mal con una de nosotras. En cualquier caso, ahora nos hemos mudado a Siegen, donde Daniel toca en una orquesta, la Filarmónica de Westfalia del Sur. La historia de muchos de nuestros colegas en la orquesta es muy parecida. Esta profesión es exigente, no sólo por lo que a ella concierne, sino también porque a veces te obliga a salir de tu propio país.
Soy un autorretrato del famoso artista Peter Paul Rubens. Este hombre habría entendido perfectamente por qué Daniel viajó a Alemania. Porque en aquella época, hace más de 400 años, él también recorrió el continente por amor al arte. Sólo que en su caso no era la música, sino la pintura, lo que le movía. Y eso le condujo naturalmente a Italia.
Digo «naturalmente» porque muchos artistas antes y después de él hicieron lo mismo: Italia, allí se iban todos. Porque Italia era considerada la cuna del Renacimiento, la tierra de los grandes maestros, como Leonardo, Miguel Ángel, Tiziano... Y Rubens quería, en efecto, vivir y trabajar allí, estudiarlo todo y establecer buenos contactos para progresar como pintor.
Así que esa era también una forma de lo que ahora se llama a veces «migración laboral». Como puede verse, algo bastante normal, pero que a menudo se convierte en un problema. Se habla mucho de la llamada «mano de obra cualificada», pero en realidad numerosos inmigrantes también trabajan en el sector de los salarios bajos. Y aunque esos trabajos son sumamente importantes, se valoran de forma diferente: en lugar de asociarse con el prestigio, tienden a estar manchados de prejuicios...
¿Y tú? ¿Te trasladarías al extranjero por motivos de trabajo? ¿O ya lo has hecho?