Yo soy una postal y he aprendido algo importante de esta foto que me acompaña. El caso es que estamos guardadas juntas, en una caja de zapatos. Y un día la foto me preguntó qué era lo que yo mostraba en realidad. Así que se lo empecé a explicar.
Le conté que lo que se veía en mi imagen era la posada de los abuelos de Brigitte, nuestra propietaria. Entonces se llamaba «Casa de huéspedes de Karl Fiebig», y se hallaba en Liebichau, Silesia. Ésa fue su casa, su patria, el país de origen donde Brigitte pasó su primera infancia. Estaba a punto de empezar a describir las «verdes colinas y valles» de los que a Brigitte tanto le gusta hablar cuando de repente me di cuenta de que la foto ponía cara rara y me miraba incrédula... Así que me detuve y le pregunté qué le ocurría.
La foto me dijo que eso no podía ser, que la casa de Brigitte se llamaba Setzer Halde, y estaba en Geisweid. Me recordó un montón de cosas que Brigitte había dicho sobre ese sitio, que era «ideal para jugar», que todo era «verde», que había «mucho barro», y que además había unas ruinas de una piscina. Y la foto se estiró y se estiró para que yo pudiera verlo todo de la mejor manera posible. Sí, había un sitio así, y era uno distinto al que yo mostraba, pero la casa de Brigitte en cuestión... seguía siendo la que yo mostraba, insistí.
Así que se armó un gran revuelo entre nosotras, pero pronto dio paso a nuestro deseo de entendimiento. Así que hurgamos en nuestros recuerdos y pensamos y dedujimos... y finalmente llegamos a la conclusión de que Brigitte debía de haber tenido al menos dos casas, dos patrias. Era lo único que nos parecía lógico y sensato, resolvimos.
Somos dos pinturas de paisajes de Johannes Christian Deiker. Nos llamamos «Littfeld» y «Mina de Silberart en Littfeld» y datamos del siglo XIX. Entendemos perfectamente vuestras consideraciones. Nos podemos imaginar muy bien que alguien pueda tener dos o más patrias.
Si fuera de otro modo, hace tiempo que los cuadros —o quienes nos pintaron— ya nos habríamos puesto de acuerdo sobre un lugar concreto al que llamar «patria». Pero hay tantos cuadros diferentes de tantos países de origen y regiones distintos, que todos ellos pueden considerarse cuadros de la patria, aunque ciertos motivos se den naturalmente con más frecuencia que otros, como es el caso de los paisajes idílicos que mostramos. Pero incluso los complejos grises de acero y hormigón pueden representar un hogar y una patria para algunas personas. Todo depende de la persona, de si siente algo al pensar en el lugar en cuestión, y de si lo llama así.
Por eso pensamos que las personas que han vivido en varios lugares pueden imaginar tener varias patrias. Creemos que habéis hecho bien en uniros de esta manera. Cada una de vosotras mostráis una de las patrias de vuestra dueña.
¿Llamas tú también patria a un determinado sitio, a un determinado paisaje, por ejemplo? ¿Reconoces ese sentimiento? ¿O quizás también tienes varias patrias?